Parada y fonda en Puerto Rico


Chefs propios e inmigrados y una sociedad con el mejor nivel de vida de El Caribe fomentan una restauración de calidad que, desde el mes de mayo, pueden degustar los españoles gracias a vuelos directos. Desde ese mes la compañía AirEuropa conecta regularmente Madrid con San Juan de Puerto Rico; con lo que no solo se cubrirá el trayecto en seis horas menos –el vuelo de Miami a la capital boricua dura tanto como de Canarias a Madrid– sino que se evitará la agotadora escala de unas tres horas en Miami.

 

Detenerse en un aeropuerto de los EEUU puede deparar experiencias desagradables; un matrimonio, colega de la FEPET, un septuagenario y su esposa, con evidentes secuelas de parálisis infantil, tuvo que tomar otro trayecto con American Airlines, y en lugar de detenerse en Miami lo hizo en Philadelphia y no apareció, no pudo unirse al grupo en el aeropuerto de San Juan. La señora tenía un apellido tan común como Muñoz y los policías debieron de relacionarla con algún delincuente; los retuvieron en un cuartucho durante horas, sin explicación alguna, y cuando se cercioraron del error los despacharon. El resto de la noche, nuestro compañero, un conocido historiador y editor, y su esposa la pasaron durmiendo en el suelo, hasta que les llegó la hora de utilizar los billetes aéreos que les facilitó la policía sin más excusas. Las molestias que sufrió el resto del grupo en el aeropuerto de Miami fueron pura anécdota.

 

Pero al fin llegamos a Mayagüez y nos acomodamos en el Mayagüez Resort & Casino, hotel situado a las afueras de la ciudad, la segunda de la Isla, junto a la bahía por donde se dice que entró Colón en 1493. El establecimiento había sido Hilton, y se aprecia en su generosa distribución, facilidades, habitaciones holgadas con camas de 1,65 metros de ancho, piscinas… cuidada cocina. Su chef ejecutivo nos relató como las leyes norteamericanas son bien severas con la higiene alimentaria: uno de los puntos fuertes que diferencian a Puerto Rico del resto de las islas caribeñas hispanas. Aun recordamos un soberbio asado de cochino de radiante dorado, buenas langostas y langostinos locales o unos venerables entrecotes de buey angus negro cebados en Texas.

 

Y unos simpáticos amigos locales nos consiguieron algo casi imposible: el auténtico ron pitorro dentro de un coco seco, el súmmum, pues el aguardiente queda sutilmente aromatizado con la pupa de esa nuez gigante. El verdadero pitorro es clandestino: se destila a la zorruna en casas particulares, y para evitar ser arrestados por la policía, uno de los compadres se queda vigilando y cuando aparece toca un pito. Y de pito y corro… pitorro.

 

En el corazón del viejo San Juan almorzamos una cocina elegante y puesta al día en un lujoso hotel con rico sabor colonial: El Convento, levantado en La Caleta de las Monjas esquina con Calle del Cristo en 1651 y reconstruido en su actual estructura en 1961. Lo que comenzó como deseo de Ana de Lanzos, hija de Diego Menéndez de Valdez, capitán del ejército español y gobernador de Puerto Rico, quien donó su casa y terrenos aledaños para su edificación, constituyéndose como su primera madre superiora, es hoy la joya de las hospederías sanjuaneras. Aunque solo sea para una degustación de vinos, que tiene lugar cada tarde en su La Veranda Terrace, o tomar una fresca cerveza Medalla en el frondoso patio interior, que guarda el más puro sabor colonial, o gozar de una sosegada cena en alguno de sus tres restoranes vale la pena la parada. Y a pocos metros está el célebre figón Barrachina, en donde se inventó la Piña colada, y frente a aquel el Café San Juan, modesta casa de comidas con auténtica cocina popular portorriqueña.

 

Y para quienes buscan un remanso de paz, playa privada, inmenso campo de golf (propiedad de Mr. Trump), tenis, spa… está el cinco estrellas lujo Gran Meliá Puerto Rico Golf Resort, la joya de la compañía española, situado a unos 40 km de San Juan. Sus habitaciones se distribuyen de cuatro en cuatro en pequeños edificios de dos plantas. Y como la extensión del terreno: un mimado jardín, es enorme, ofrece un servicio permanente de cochecitos eléctricos con chófer para desplazar a los clientes. El establecimiento tiene varios restoranes temáticos: el multiasiático, con cocina thai, japonesa e india; el internacional, de marcada cocina europea con énfasis en la italiana detalle que, amablemente, reprochamos a su subdirector pues un hotel español debería de promocionar la gastronomía patria, ahora tan en boga, y el restorán Pasión, de pura cocina criolla, cuya explotación está cedida a la popularísima cocinera Mirta, que proclama con orgullo ser hija de canarios. Mirta ofreció al grupo de periodistas un histriónico show de baile con todo su personal de cocina y comedor, así como la última cena, muy criolla, la noche antes de regresar a la madre patria… o a la hija patria, como fue nuestro caso.

 

 

Texto: Mario Hernández Bueno