Marruecos. Un viaje a los sabores


La cocina que podemos encontrar en todas las ciudades que visitemos no varia demasiado, pero siempre resulta exquisita. Todos los calificativos que le demos serán pocos para describirla.

 

Como no podría ser de otra forma, esta se nutre de los mejores frutos de la tierra y que acompañan a las diversas carnes y aves, todo ello aderezado con la multitud de especias utilizadas (pimentón, comino, pimienta, canela, azafrán, etc). También se condimenta todo con hierbas aromáticas como el cilantro y el perejil. El resultado de todo ello es un aroma y un sabor ciertamente apetitosos.

 

Las comidas mas comunes y tradicionales siempre han de comenzar por una variedad de ensaladas (no se usan normalmente lechugas) que se presentan con los ingredientes en cuencos separados (zanahoria, cebolla, remolacha, patata cocida, etc) todos ellos sin aliño alguno, con lo cual el comensal los mezcla y adereza a su gusto. En la cena, la ensalada suele ser sustituida por una sopa.

 

El segundo plato es más contundente y suele ser Cuscús, sémola cocinada al vapor y a la que se añaden verduras diversas que sirven igualmente de decoración. Muy común también y algo mas sabroso es el Tajin, al que da nombre la cazuela de barro con tapa cónica en el cual se guisa, y que básicamente consta de carne (cordero, ternera, pollo) y verduras, todo ello cocinado de forma lenta. Condimentado adecuadamente resulta un plato exquisito.

No hay que dejar pasar de ninguna manera los pinchos de carne típicos y que deben asarse siempre con carbón de leña, ni la llamada Bastella que es similar a un pastel realizado con harina, huevo y mantequilla. La pasta resultante se divide en tres láminas que han de superponerse introduciendo entre ellas un relleno que ha de realizarse con huevo duro y almendras y otro en el que debe ponerse carne de ave (pollo, pichón, codorniz), previamente rehogado en mantequilla. El resultado ha de gratinarse en el horno y estará listo para comer. Que guste más o menos dependerá del paladar del comensal.

 

Llegada la hora del postre, debemos de habernos preocupado de dejar hueco, pues la variedad de pastelitos que confecciona la mujer marroquí nos harán probar los diversos tipos, aunque todos ellos llevan gran dosis de miel o azúcar. Si no somos golosos, la fruta nunca falta.

 

La bebida que se utiliza durante la comida es básicamente el agua. El té (con menta y otros ingredientes) y que se ingiere durante todo el día (en establecimientos públicos y hogares) es considerado la bebida nacional. Se sirve en pequeños vasos y se toma muy caliente.

 

Si en Marrakech estamos interesados en continuar con las exquisiteces de la cocina autóctona y aparcar por unos momentos los tenderetes de su plaza principal, no debemos dejar pasar la oportunidad de acercarnos al Restaurante “Dar Moha” (dispone de una sucursal en el barrio de Las Letras de Madrid), ubicado en las proximidades de la plaza y que nos deleitará el paladar con variedad de platos (basados en lo ya referido) pero con una presentación y una elaboración dignos de la mejor cocina innovadora internacional. Disfrutaremos de la comida en su jardín mientras cantantes autóctonos nos amenizarán la velada.

 

Texto: José Muñoz Mora

Fotos: Laura Rodero